¡De la mata a la mesa, de la mesa a la olla y de la olla al plato!
Las riquezas con las que cuenta doña Dora en su finca: fruto de la unión y trabajo que realiza junto a su esposo.
La finca de doña Dora Galeano es un oasis de tranquilidad, naturaleza y pasión por el campo, donde cada día comienza a las 4:30 de la mañana con un ritual sagrado, el tinto. Doña Dora y su esposo Gonzalo Builes disfrutan su café mientras planifican su día, después del desayuno se ponen manos a la obra con los quehaceres del hogar y el campo… Entre sembrar, cosechar y cuidar el café ya es una de sus principales ocupaciones, pero no es la única. Esta finca es el verdadero paraíso de la biodiversidad de cultivos, desde frutas y verduras hasta granos y legumbres.
En este hogar son apasionados por los productos frescos y orgánicos, y se esfuerzan por producir todo lo que necesitan en su propia tierra. Desde el café que toman en la mañana hasta el mango, las guayabas, el plátano y el tomate que comen cada día, todo es cultivado con amor y dedicación en la finca. Además de cultivar también se dedican a criar gallinas lo que les permite tener una fuente constante de proteínas.
Doña Dora ha llevado las tradiciones de la cocina que le enseñó su madre y se enorgullece de mantener el sabor de la comida campesina, como preparar el café, desde sembrarlo hasta molerlo para poder consumirlo y venderlo en la vereda; además de producir los bollos de mote o más conocidos como arepas de mote. Pero la finca no sólo es un lugar de trabajo, sino también un espacio de disfrutar la calidad de los alimentos que a diario les da la tierra, fruto del amor que le dan; un ejemplo de autosuficiencia y sostenibilidad.